Todas las
mañanas a las 6 nos estamos
reuniendo para hacer la lección
del día y el repaso de las primeras
lecciones. ¡Qué mejor manera para iniciar el día! Todos unidos
compartiendo el mismo propósito. Es un efecto sinérgico. Cada lección es
una inserción de luz, un mantra, un portal
que abre la puerta a la visión.
Tengo que practicarla, recordarla
y aplicarla durante todo el día. En otras palabras, tengo que
hacerla mía. De hecho, ya es mía. Es el Cristo hablando a El Cristo. Y yo soy
el Cristo. Solo es un recordatorio de quien soy.
Las lecciones de estos días han
sido mis favoritas por mucho tiempo:
DAR Y RECIBIR SON EN VERDAD LO MISMO: “La verdadera luz que hace posible la
verdadera visión no es la luz que los ojos del cuerpo contemplan. Es un
estado mental que se ha unificado en tal
grado que la oscuridad no se puede percibir en absoluto. Y de esta manera, lo
que es igual se ve como lo mismo, mientras que lo que es diferente ni se nota, puesto que no está
ahí. Esta es la luz en la que no se pueden ver opuestos, y la visión, al haber sanado, tiene el poder
de sanar. Esta es la luz que extiende tu paz interior hasta otras
mentes para compartirla y regocijarse de que todas ellas sean una contigo y una
consigo mismas. Esta es la luz que sana porque genera una nueva percepción,
basada en un solo marco de referencia, del que procede un solo significado.”
Leccion.
108 UCDM
Mi mente ha de focalizarse en ese
solo significado, en un solo propósito, en una sola voz, en un solo guía. Para
eso es el entrenamiento mental.
Si quiero recibir, sólo tengo que
estar en total disposición de darlo TODO completamente. Lo puedo experimentar al
practicar la lección. También puedo
aplicar la lección en cualquier momento
en que no me sienta bien, ofreciendo paz, amor, perdón, comprensión,
gratitud y eso es lo que recibiré. Y lo
recibiré en el mismo momento en que lo doy. Todas las lecciones lo incluyen
todo. Sólo se me pide que las use. Y con la práctica regreso a ese pensamiento unificado.
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